Así comienza el show mediàtico de la MUD contra la Cumbre Mnoal

VEA LAS TRAMOYAS Y GUERRA MEDIÁTICA DE LOS PICAOS DE LA MUD ANTE EL MNOAL EN MARGARITA


  Venezuela sería el tercer país de este lado del mundo en ostentar la presidencia de esta organización, ya que anteriormente la habían encabezado Colombia y Cuba.

Como a la derecha le encanta sabotear cualquier cosa que signifique que los ojos del mundo estarán vigilando, se proponen nuevamente interferir para proyectar ante los medios internacionales la imagen de crisis humanitaria que han intentado posicionar, por supuesto sin mencionar siquiera la guerra económica que se aplica desde el sector empresarial afecto a la forma de hacer "política" de la derecha.

Uno de los primeros en armar su tramoya fue el desgobernador de Miranda, Henrique Capriles Radonski, quien a través de su cuenta de Twitter y Periscope, quiso sembrar una matriz de inseguridad para las delegaciones internacionales que asistirán a la cumbre. Según Capriles, la seguridad del evento no está garantizada porque "en aeropuerto de Margarita permiten ser sitiado por bandas armadas", cuando la realidad es que el pueblo de Nueva Esparta salió a rechazar su presencia en la entidad y las bandas armadas de las que hablaba, eran personas con pancartas que decían "fuera Capriles".

En cuanto al tema de la seguridad, el ministro del Poder Popular para Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Néstor Reverol, informó que se activará un fuerte operativo de vigilancia permanente en el que se desplegarán más de 10 mil efectivos, así como 414 cámaras para mantener un monitoreo las 24 horas del día.

Por otro lado, alias Nido´e Paloma (Henry Ramos Allup), también se manifestó en contra de la realización de la Cumbre y haciendo uso de su conocido verbo insultante, arremetió contra los países hermanos que pertenecen al Movimiento:

Del mismo modo, el alcalde de Chacao, Ramón Muchacho, en lugar de ocuparse de su municipio y preocuparse porque no distribuyan agua bendita con su foto, intenta responsabilizar al Gobierno Nacional por los estragos que ha causado la guerra económica contra el pueblo, así como de los constantes sabotajes al Sistema Eléctrico Nacional, cuando la verdad es que a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) el Gobierno Bolivariano suma esfuerzos para acabar con el desabastecimiento, así como frenar el contrabando de productos de primera necesidad.
Escuela Bolivariana del Poder Popular/Aporrea/YVKE Mundial
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Venezuela reitera el rechazo al injerencismo chileno

Venezuela rechaza doble estándar en DDHH de Cancillería chilena



13 sept. 2016 - La república Bolivariana de Venezuela reiteró este martes su rechazo al injerencismo que mostró el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile a través de un comunicado sobre el caso de Braulio Jatar Alonso.

Venezuela ratificó el contenido del comunicado que emitió este lunes y rechazó "categóricamente el doble estándar en materia de Derechos Humanos de la Cancillería chilena, que hace uso político del caso de un ciudadano venezolano que durante la Cuarta República cumplió condena en prisión por escandalosos casos de corrupción y extorsión, que conmocionaron a la opinión pública nacional".

Braulio Jatar Alonso se encuentra procesado en la actualidad por su responsabilidad en delitos de extorsión, fraude, legitimación de capitales y contra el orden constitucional y democrático en Venezuela.

El texto afirma que el ciudadano "está siendo juzgado con estricto apego a las normas constitucionales que amparan al debido proceso en uno de los sistemas más garantistas del continente, como lo es, el sistema constitucional venezolano".

"La eventual ostentación de otra nacionalidad no viene al caso y menos puede constituirse en credencial de impunidad de ninguna naturaleza. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile no puede torcer la doctrina en materia de derechos humanos, para injerirse en asuntos de la jurisdicción exclusiva de Venezuela", refiere la misiva.

A continuación el texto íntegro:

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA
RELACIONES EXTERIORES
COMUNICADO

La República Bolivariana de Venezuela ratifica el contenido de su comunicado en la mañana del día de hoy, y rechaza categóricamente el doble estándar en materia de Derechos Humanos de la Cancillería chilena, que hace uso político del caso de un ciudadano venezolano que durante la Cuarta República cumplió condena en prisión por escándalosos casos de corrupción y extorsión, que conmocionaron a la opinión pública nacional.

El Ciudadano Braulio Jatar, venezolano, quien además tiene su domicilio en Venezuela, se le sigue causa penal por presuntos delitos graves contra el patrimonio público y el orden constitucional cometidos en territorio venezolano, bajo su exclusiva jurisdicción, está siendo juzgado con estricto apego a las normas constitucionales que amparan al debido proceso en uno de los sistemas más garantistas del continente, como lo es, el sistema constitucional venezolano.

La eventual ostentación de otra nacionalidad no viene al caso y menos puede constituirse en credencial de impunidad de ninguna naturaleza. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile no puede torcer la doctrina en materia de derechos humanos, para injerirse en asuntos de la jurisdicción exclusiva de Venezuela.

Llama poderosamente la atención la acostumbrada promoción del Canciller Múñoz a favor de ciudadanos vinculados a la derecha venezolana, incursos en graves delitos contra el orden constitucional y legal de Venezuela. Triste papel en la defensa de la corrupción y la violencia allende sus fronteras, en un esmerado esfuerzo infructuoso por lavarles la cara.

El Canciller chileno guarda silencio deliberadamente sobre las verdaderas violaciones de los derechos fundamentales de pueblos enteros, que su concepción parcializada y de doble estándar no le permite ver en razón de sus intereses políticos e ideológicos alineados con los centros imperiales, mientras infundadamente agrede a los gobiernos de países cuyas democracias son garantes de los derechos humanos.

La República Bolivariana de Venezuela es un Estado Constitucional de Derecho, Justicia y Paz, cuya soberanía no permite tutelaje de ningún gobierno del mundo, y mucho menos de un funcionario que sistemáticamente ataca los procesos de unidad e integración de la Patria Grande, y que calla frente a golpes de Estado, para gozar de los favores y guiños de potencias extranjeras.

Caracas, 12 de septiembre de 2016

Escuela Bolivariana del Poder Popular/Aporrea
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(En VIVO+VIDEO) Venezuela: Movimiento de Países No Alineados comienza su Cumbre XVII en el estado Nueva Esparta

Unidos por el camino de la paz inicia este martes la XVII Cumbre del Movi­miento de Países No Alineados (Mnoal)


Porlamar, septiembre 13 - Con el lema ‘Unidos por el camino de la paz‘, inicia este martes la XVII Cumbre del Movi­miento de Países No Alineados (Mnoal) en isla de Margarita, Venezuela, país que asumirá la presidencia de este foro hasta el año 2019.

A las 09H15 hora local, está previsto en el hotel Venetur el discurso inaugural de la canciller venezolana Delcy Rodríguez y durante el transcurso del primer día, acontecerán las reuniones de altos funcionarios.

Hasta el próximo domingo 18 de septiembre, sesionará la Cumbre, con debates previstos en tres segmentos consecutivos: Reuniones de Altos Funcionarios, En­cuentro de Cancilleres y Conferencia de Jefes de Estado y de Gobierno.

Formado por 120 integrantes de pleno derecho que representan casi las dos terceras partes de la membresía de la Organización de Naciones Unidas, el Mnoal defiende principios como la libre determinación, la independencia y la soberanía.

Por cuarta ocasión, Latinoamérica acogerá la cita multinacional y Venezuela será el tercer país del área que asuma su presidencia; pues Cuba llevó la dirección en dos momentos (1979 y 2006) y Colombia lo hizo en 1995.



Venezuela en la presidencia del Mnoal: victoria diplomática para la nación bolivariana

La XVII Cumbre de Mnoal será un golpe a los intentos de la derecha internacional para aislar políticamente a Venezuela, porque será el tercer mandato de organismos multilaterales que la nación suramericana ostente de manera simultánea, además de Mercosur y Unasur.

En este encuentro, la tierra de Simón Bolívar reafirmará el carácter de los pueblos libres que rechazan las acciones de colonialismo e injerencia, además de la búsqueda de la paz en el mundo, pilares fundamentales de la diplomacia venezolana.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha asegurado que la cita en isla de Margarita constituye el "momento histórico de la nueva geopolítica mundial", en el que deberán unir esfuerzos para enfrentar las pretensiones neocolonialistas de la Casa Blanca.







Escuela Bolivariana del Poder Popular/Aporrea/Telesur
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#DebatesParaAvanzar El capitalismo como patriarcado productor de mercancías

En este #DebatesParaAvanzar vamos por una línea feminista de un ensayo de Facundo Nahuel Martín que discute el "Protagonismo de las mujeres en los Movimientos de Trabajadores Desocupados" (¿argentino o euro?). Interesante verlo desde nuestro feminismo de este lado del Charco caribeño. Su opinión es necesaria.


La posibilidad de este artículo surge del cruce de experiencias teóricas y prácticas (NOTA/1). Por un lado, evidentemente, este trabajo no hubiera sido posible sin los trabajos de Roswitha Scholz, Norbert Trenkle y el grupo Krisis.(NOTA /2) De no haber sido por esas lecturas, no habría accedido a comprender la naturaleza específica del patriarcado en el capitalismo y su vínculo con la construcción de las identidades obreras masculinas. Por otro lado, esta elaboración surge como reflexión en el seno de la práctica política. Durante un taller de formación política con un viejo compañero de los Movimientos de Trabajadores Desocupados de fines de los años noventa, aprendí que, para organizar asambleas de base, crear comedores, cooperativas, etc., era clave convocar a “las doñas” de los barrios. El comentario sobre la importancia de convocar a “las doñas” (madres y a menudo también sostenes de familia) en la militancia territorial en general, se repitió más de una vez. Mientras que la mayoría de los “referentes” públicos y mediáticos del movimiento continuaron siendo hombres, en la cotidianidad de la organización de base, las mujeres de las barriadas se organizaron y politizaron temprana y decididamente.

La historia de la relación entre la política feminista y las organizaciones sociales que provienen de la militancia territorial, por lo demás, es compleja y requeriría en sí misma uno o varios estudios. Estas agrupaciones sociales y políticas se caracterizan en general por un énfasis especial en las problemáticas de género. En este trabajo, sin embargo, no me propongo reponer las (en sí mismas ricas y vastas) elaboraciones de las organizaciones mismas. En cambio, intentaré reflexionar sobre el vínculo entre protagonismo de las mujeres, crisis del trabajo asalariado (y sus patrones masculinos de subjetivación) y experimentación de formas autogestionarias de organización de la producción. Sostendré que puede establecerse una relación interna entre el trabajo sin patrón encarado desde los MTD y la crisis de la subjetividad obrera heredada, construida sobre la división capitalista entre un trabajo asalariado masculinizado, jerarquizado, y un trabajo reproductivo feminizado, desvalorizado.


Patriarcado productor de mercancías y división del valor

Tenemos que desembarazarnos de una representación habitual según la cual la devaluación social de la mujer es ante todo un resabio feudal, rémora de formas de dominación precapitalistas que la modernidad del capital vendría a desterrar. Esta representación heredada supone, más o menos, que la sociedad capitalista es igualitaria en sus cimientos, de modo que la desaparición final de la dominación de género es en definitiva sólo una cuestión de tiempo: el “desarrollo” del capital traería, a largo plazo, las condiciones para la liberación femenina. El patriarcado sería simplemente un remanente de tiempos pretéritos en proceso de desaparecer. No es antojadizo que se piense así: esta lectura se basa, si bien de manera ideológica, en determinaciones efectivas de la lógica capitalista que es, a diferencia de otras formas de dominación históricas, compatible –paradójicamente– con la igualdad formal de las personas. Siguiendo a Moishe Postone, con el capitalismo se da un pasaje de formas de dominación personales o directas a formas de dominación impersonales y cuasi-objetivas. La sociedad asume así la forma de una totalidad automoviente, que se opone a los particulares como si fuera una objetividad ajena, dotada de un movimiento automático: “la sociedad, como otro cuasiindependiente, abstracto y universal que se opone a los individuos y ejerce una coacción impersonal sobre ellos, se constituye como una estructura alienada por el carácter dual del trabajo en el capitalismo” (Postone 2006: 225). Estas estructuras cuasiobjetivas, mediadas por el trabajo abstracto, se constituyen sobre la base de la disolución de las formas precapitalistas de dominación, basadas en jerarquías directas o personales de grupos o de individuos sobre otros. La transformación de la lógica fundamental de la dominación hace que la igualdad se convierta en un principio jurídico normal en el capitalismo. La dominación específica del capital, en otras palabras, aparece como la dominación mediante estructuras universales y anónimas que suprimen las formas directas de poder personal. “El sistema monetario [capitalista], es en todos los hechos el sistema de la igualdad y la libertad” (Marx, 1971: 187).

A pesar de la correlación entre las formas de sociabilidad del capital y la difusión de la igualdad formal entre las personas, la dominación patriarcal parece insistir decididamente en nuestras sociedades. El patriarcado, aparentemente “premoderno” y “precapitalista”, parece persistir a pesar de la supuesta tendencia del capital a la igualdad formal, garantizada por la disolución de los lazos tradicionales de dependencia personal. Precisamente, el feminismo marxista de Roswitha Scholz permite interpretar esta tenaz “persistencia” de la dominación sobre las mujeres, mostrando que no se trata de una rémora del pasado, sino que el capital genera una forma de patriarcado que le es característica.

Roswitha Scholz, partiendo a su vez de los planteos de Frigga Haug y articulándolos con la crítica del valor, sostiene que el capitalismo es una forma históricamente específica del patriarcado, al que podemos llamar “patriarcado productor de mercancías”. Su punto de partida coincide con el de Postone, en torno a la mutación histórica de las formas de dominación en el capitalismo: “En las sociedades premodernas, por el contrario, se producía bajo otras relaciones de dominación (personales en vez de cosificadas por la forma de la mercancía) y principalmente para el uso” (Scholz, 2014: 48). En el capitalismo, la dominación se funda en la subordinación de las personas a la dinámica “tautológica” del capital que se autovaloriza, como “sujeto automático” basado en “mecanismos anónimos ciegos” (Scholz, 2014: 48), antes que en la violencia física directa ejercida por un grupo. La peculiaridad feminista de su análisis radica en que pasa de la crítica del valor a la crítica de la escisión del valor [Wert-Abspaltung]:

Con el valor o el trabajo abstracto no queda suficientemente especificada la forma fundamental del capitalismo en cuanto relación fetichista. También habría que dar cuenta del hecho de que en el capitalismo se producen actividades reproductivas que realizan sobre todo las mujeres. De acuerdo con esto, la escisión del valor remite a que las actividades reproductivas identificadas sustancialmente como femeninas, así como los sentimientos, los atributos y actitudes asociadas con ellas (emocionalidad, sensualidad, cuidado, etc.), están escindidos precisamente del valor/trabajo abstracto. Así pues, el contexto de vida femenino, las actividades reproductivas femeninas tienen en el capitalismo un carácter diferente al del trabajo abstracto; por tanto no se las puede subsumir sin más bajo el concepto de trabajo. (Scholz, 2014: 49)

La constitución de la lógica “abstracta”, anónima y cuasiobjetiva de dominación en el capitalismo, que puede vincularse con la universal proclamación de la igualdad formal en la modernidad, sin embargo, se monta sobre una forma específicamente capitalista de dominación patriarcal. Esta dominación se estructura a partir de la “escisión del valor”, que masculiniza y jerarquiza el trabajo asalariado al tiempo que feminiza y desvaloriza las actividades reproductivas. Marx y Engels, por su parte, sentaron las bases de la crítica del valor pero desconocieron su articulación con esta división, que está en la base de la reproducción de la fuerza de trabajo y por lo tanto forma parte de las condiciones de posibilidad de la acumulación de capital. La dominación patriarcal tiene, claro, una historia premoderna, pero “con la universalidad de la forma de la mercancía alcanzó una cualidad completamente nueva” (Scholz, 2014: 50). El capitalismo se construye sobre una división patriarcal de las actividades humanas, que asocia el trabajo creador de valor a la masculinidad (y a una serie de valores socialmente masculinizados, como la eficiencia, la competitividad, la agresividad); al tiempo que degrada y feminiza las actividades reproductivas, que aportan de manera indirecta a la reproducción de capital y se asocian a una serie de valores considerados femeninos, como el cuidado, la ternura, el afecto o incluso la irracionalidad. El capitalismo puede así ser considerado como un patriarcado productor de mercancías, que erige un completo proyecto civilizatorio de dominación masculina:

Podría hablarse de manera algo exagerada del género masculino como del “género del capitalismo”; y, desde este trasfondo, cabría decir que una comprensión dualista de masculinidad y feminidad es la concepción dominante del género en la modernidad. El modelo civilizatorio productor de mercancías tiene su condición de posibilidad en la opresión de las mujeres. (Scholz, 2014: 51)

La división del valor, principio estructurante de la sociedad capitalista, evidentemente no es estática sino que asume una serie de formas históricas variables. En los actuales tiempos “posmodernos”, por caso, las mujeres se ven sometidas a una “doble socialización”: al tiempo que siguen siendo responsables de los cuidados y las actividades reproductivas en el hogar, participan también del trabajo asalariado fuera de casa. Esto no cuestiona la raíz de las relaciones de género capitalistas, sino que las flexibiliza en un marco que no altera las bases formales de la escisión del valor estructural./3

Identidades masculinas y trabajo asalariado


En la sección anterior intenté reconstruir mínimamente la relación interna entre la constitución del valor (basado en el trabajo abstracto) como mediador social y la escisión del valor que feminiza las actividades reproductivas, degradándolas, y masculiniza el trabajo asalariado, jerarquizándolo como superior. Ahora intentaré esbozar algunas consideraciones sobre la relación entre el trabajo asalariado y la construcción moderna del género masculino.

La crítica del valor, a diferencia del marxismo tradicional, cuestiona centralmente la forma capitalista del trabajo, como trabajo creador de valor o trabajo dividido en un aspecto concreto y uno abstracto. Esta categoría es, entonces, comprendida como específicamente capitalista y no como transhistórica. La crítica del capital, en este marco, es la crítica de la forma capitalista de trabajo o del trabajo, ya no comprendido como actividad humana en general sino como una categoría social capitalista (Kurz y Trenkle, 1999). El trabajo capitalista se caracteriza como una actividad separada del resto, donde el trabajador debe disponerse a la sumisión a las metas impuestas por las exigencias de la autoreproducción del capital (es decir, no determinadas de manera consciente y colectiva). “Trabajar”, en sentido capitalista, no es transformar la naturaleza conforme fines humanos o amoldar las materias primas para que satisfagan necesidades de las personas, sino someter las propias capacidades y la propia actividad a los designios y necesidades del capital. La crítica del capital, en este marco, coincide con la crítica del trabajo, entendido como trabajo específicamente capitalista, dividido en un aspecto concreto y uno abstracto y constitutivamente sometido a los imperativos fetichistas de la reproducción del valor.

Liberarse del capital, según este planteo, significa liberarse del trabajo creador de valor. Esto pone en cuestión una identificación inmediata entre el históricamente autoconstituido movimiento obrero y la crítica del capital. En efecto, la crítica del capital no se dirige a asegurar la posición de los trabajadores en el seno del capitalismo, a afirmar su identidad o reforzar su lugar socialmente constituido /4. La afirmación del trabajo aspira como tal a la –frágil, no siempre posible, pero a menudo deseada– complementariedad entre trabajo y capital. Esa complementariedad no es meramente contingente (según la crítica del valor) sino que se basa en la “identidad interna entre trabajo y capital” (Kurz y Trenkle, 1999: 1), esto es, en el hecho de que la categoría moderna de trabajo (y, con ella, la de “clase trabajadora”) es constituida bajo los parámetros históricos y lógicos del capitalismo. De lo anterior se sigue, pues, que la crítica del capital no aspira a la “realización del proletariado” sino a su superación histórica, en aras de una sociedad sin trabajo capitalista. /5

La constitución de las identidades y subjetividades masculinas en la modernidad, a su vez, está enredada con la gestación del trabajo capitalista. “La crisis del trabajo es la crisis de la masculinidad moderna. Porque el hombre burgués moderno es constituido y estructurado en su identidad, de manera fundamental, como hombre trabajador” (Trenkle, 2008: 1). “Crisis del trabajo” se refiere a la creciente incapacidad de la sociedad capitalista para reproducir sus propios fundamentos en el valor y el trabajo. En los fenómenos de desempleo masivo se manifiesta, pues, la coincidencia entre crisis del capital (desfasaje de la valorización con las condiciones que ella misma genera) y la crisis del trabajo.

Trenkle explica el vínculo entre la construcción de la subjetividad masculina moderna y las demandas del trabajo capitalista. Como vimos, en el corazón de la dominación del capital hay una escisión del valor entre el trabajo (masculino y que produce valor) y las actividades reproductivas (femeninas y que no valorizan capital directamente). Luego, las determinaciones simbólicas y subjetivas de la masculinidad moderna se constituyen a partir de las exigencias del trabajo asalariado. La masculinidad pasa a definirse por la disciplina sobre el propio cuerpo, la objetivación distanciada de los otros, la naturaleza, y los propios sentimientos y la asunción de una racionalidad instrumental que maximiza el cálculo medios-fines, tratando a la realidad exterior y al propio sujeto como un objeto de manipulación fría y distanciada. “Un ‘verdadero hombre’ debe ser duro, consigo mismo y con los otros” (Trenkle, 2008: 2). La autodisciplina sobre el cuerpo y las emociones, pero también la disposición a imponerse competitivamente sobre los demás, vertebran la configuración moderna de la masculinidad, en correspondencia con las exigencias subjetivas del trabajo sometido al capital. “La moderna identidad masculina se corresponde exactamente con las demandas del trabajo en la sociedad capitalista, basada en la producción universal de mercancías. Porque el trabajo en el capitalismo es en esencia una actividad desensualizada y desensualizante” (Trenkle, 2008: 2). En otras palabras, a lo largo de las mutaciones históricas de la división del valor, hay una construcción correlativa entre las demandas subjetivas del trabajo capitalista (predisposición a tratar el propio cuerpo como una herramienta, disciplina ante finalidades ajenas, violencia sobre la propia sensibilidad, inclinación a la competencia con otros) y la construcción de las identificaciones modernas de la masculinidad.

Finalmente, la escisión del valor construye las determinaciones de la subjetividad femenina en oposición simétrica (y complementaria) con masculinidad dominante. De ahí que lo femenino, como es constituido en términos capitalistas, no es como tal un reservorio de valores emancipatorios, sino el complemento desvalorizado de la masculinidad burguesa. La construcción de la masculinidad moderna “no podía triunfar sin la creación de una contra-identidad femenina” basada en “la construcción de un ‘otro’ femenino, en la sensual, emocional e impulsiva mujer que no puede pensar lógicamente” (Trenkle, 2008: 5). La identificación masculina con las cualidades dominantes en la sociedad del trabajo asalariado se corresponde con la identificación de lo femenino con la sensibilidad, la irracionalidad, la susceptibilidad emocional, la debilidad ante los impulsos e incluso la animalidad o la recaída en la naturaleza. Estas cualidades, al mismo tiempo, se corresponden con la división del valor, que subjetiva a las mujeres para las actividades reproductivas y la dispensación sensiblera del cuidado de otros: “‘El varón’ es visto así como hombre/espiritual/vencedor del cuerpo; la mujer, por el contrario, como no-hombre, como cuerpo” (Scholz, 2014: 7).


Trabajadores desocupados: cuestionar las subjetividades heredadas

Ahora, ¿qué tiene que ver todo lo anterior con la historia de las “doñas” y el movimiento piquetero? Si la construcción de subjetividades masculinas y femeninas no es ajena a la lógica del capital, sino que está articulada estructuralmente con ella; entonces los movimientos que intentan cuestionar el trabajo capitalista se ven atravesados, irremediablemente, por problemáticas de género.

La expresión “trabajadores desocupados” encierra una ostensible contradicción en los términos: si son desocupados, no son trabajadores. Evidentemente, la persistencia del significante “trabajador” mienta una adscripción de clase: aunque estén desocupados, pertenecen a la clase trabajadora, en el sentido amplio de los desposeídos de los medios de producción, los que no son propietarios del capital. La expresión se complejiza todavía más si le sumamos “trabajo sin patrón”. Según el análisis anterior, el trabajo sin patrón, no orientado a la lógica de la ganancia que reproduce valor, no es trabajo en sentido capitalista. Efectivamente, podemos decir que el trabajo sin patrón es un intento (socialmente minoritario) de cuestionar aquí y ahora el trabajo capitalista como tal. Las organizaciones cooperativistas, que practican el trabajo sin patrón, politizan este concepto cuando hablan de prefiguración del socialismo en la construcción de poder popular /6. Prefiguración se refiere al intento, parcial, limitado y trunco dentro de los límites de lo existente, por organizar la actividad humana de una manera que ya no sea trabajo capitalista. El trabajo sin patrón se instala, pues, como un intento, una anticipación o un anhelo –necesariamente incompleto, dado el contexto en el que surge– de superar el trabajo capitalista. La contradicción entre la persistencia de la identidad trabajadora (constituida en términos capitalistas) y su superación posible (hacia una actividad “sin patrón” que ya no sería trabajo en el sentido moderno) marca la tensión constitutiva de todo intento de autogestión de la producción que prefigure el socialismo /7. Por un lado, es una actividad llevada a cabo por trabajadores (separados de los medios de producción). Por otro lado, cuestiona la forma capitalista de trabajo (creador de valor) y explora la posibilidad de una actividad humana que ya no sea trabajo en sentido capitalista.

Finalmente, puede esbozarse una hipótesis sobre el protagonismo de las “doñas” en la construcción histórica de los MTD. Si hay una relación interna, como vimos, entre subjetivación masculina y trabajo asalariado, podemos imaginar los varones tuvieran más dificultades que las mujeres a la hora de asumirse como desocupados o desocupadas. En efecto, asumir la identidad de trabajador desocupado implica la traumática aceptación del propio fracaso como varón en sentido capitalista. No estar empleado, no poder vender la propia fuerza de trabajo, no es accesorio para el “hombre” sino que pone en cuestión un pilar de la identificación masculina moderna como tal. Si las identificaciones masculinas burguesas se constituyen a partir del trabajo y sus demandas, asumirse como “trabajador desocupado” implica deponer una parte de esas identificaciones constitutivas y de la cuota de poder social que acarrean. Un macho sin trabajo es un macho fracasado, no sólo en sentido económico sino en el nervio de su masculinidad. De ahí que la asunción militante y la politización de la identidad “desocupado”, acarrea una zozobra, una puesta en crisis de la subjetividad masculina capitalista.

La despatriarcalización de los sujetos no tiene una relación casual con la autogestión de la producción, el trabajo sin patrón y los movimientos de trabajadores desocupados. Se trata, en cambio, de una exigencia política y una potencialidad emancipatoria implícitas en el cuestionamiento del trabajo asalariado como garantía de la subsistencia, pero también como vehículo de la integración social y la dignidad personal. De ahí que es obligatorio que el movimiento del trabajo sin patrón se asuma plenamente antipatriarcal y combata todos los elementos de la dominación masculina que persisten o resurgen en su seno. Sin feminismo, no hay prefiguración del socialismo: el lazo entre ambos es interno, no casual. Comprender la lógica de la escisión del valor en el patriarcado capitalista debería permitirnos iluminar este vínculo.

En el contexto descrito es comprensible, también, que las mujeres tuvieran un protagonismo especial a la hora de organizar los MTD en los barrios. La doble socialización contemporánea de las mujeres (que les impone las labores reproductivas en la casa y el trabajo asalariado) les exigía sostener económicamente sus hogares, al tiempo que aminoraba la vivencia del fracaso social y subjetivo ante la asunción de la propia identidad como “desocupada”. Las mujeres estaban subjetivamente mejor preparadas para organizarse activamente como desocupadas y lanzarse a la crítica práctica del trabajo asalariado, aun cuando sus motivos inmediatos tuvieran relación con la subsistencia familiar antes que con el cuestionamiento del capital y sus relaciones de género. Para los varones, la aceptación de la condición de “desocupado” y, más aun, su politización conflictiva, implicaba un duro trámite desde el punto de su identidad masculina; trámite que no se daba de la misma manera para las mujeres. De ahí que, para armar una asamblea u organizar una cooperativa, las “doñas” resultaran más receptivas: preocupadas por el sostenimiento de la familia, al mismo tiempo se vieron menos afectadas por la destitución subjetiva implicada por el desempleo.

Las mujeres, por su posición social preexistente, estuvieron en condiciones de oficiar de vanguardia de un movimiento social cuyas posibilidades liberadoras no pasan por reafirmar lo masculino o lo femenino tal cual existen, sino por cuestionar la división de géneros actualmente constituida (ligada al trabajo capitalista). La crítica del capital, teórica y práctica, no puede hoy ser sino crítica del trabajo asalariado y simultáneamente crítica de la jerarquía de los géneros. Los movimientos que, como el del trabajo sin patrón, exploran alternativas de existencia y sociabilidad frente a las formas del capital y el trabajo, movilizan ese espacio de contradicciones entre la posibilidad de una modernidad por venir, más allá del capitalismo y el patriarcado, y la persistencia del capital, la escisión del valor y su lógica totalizante de dominación.

Primavera de 2015


Facundo Nahuel Martín es licenciado en filosofía por la universidad de Buenos Aires y becario doctoral en CONICET. Realiza investigaciones sobre marxismo y teoría crítica de la sociedad. Participa de la revista Herramienta y es militante de Democracia Socialista.

Notas

1/ Agradezco especialmente la lectura y comentarios que Gabriela Mittidieri, Adriana Pascielli, Norbert Trenkle y Marcela Zangaro hicieron del manuscrito original. Todas las citas del alemán son de traducción propia.

2/ Debo agradecer especialmente a José Antonio Zamora y Jordi Maiso por esto. Cursando con ellos el seminario “En el horizonte de la crisis: nuevas lecturas de Marx y crítica radical del capitalismo” en el año 2014 en la Universidad Complutense de Madrid, di por primera vez con los trabajos que cito en este artículo, que fueron indispensables para mi propia formación teórica y política.

3/ Puede decirse, evidentemente, que el capitalismo apeló a diversas formas de trabajo asalariado femenino mucho antes de la actual “doble socialización” posmoderna. Esto no quita que exista una escisión del valor, ya que normalmente el trabajo de las mujeres ha sido minusvalorado (y peor pagado) en relación con el de los hombres.

5/ Es imposible discutir en profundidad la “crítica del trabajo” y su relación con la lucha de clases en este artículo. Desarrollé una discusión más detallada de este problema en Marx de vuelta. Hacia una teoría crítica de la modernidad (Martín, 2014: cap. 7).

5/ El propio Lukács, a pesar de ser en varios aspectos el principal teórico del “mito” del proletariado como sujeto-objeto idéntico de la historia, advierte ya en Historia y conciencia de clase que la peculiaridad de la lucha contra el capital radica en la disolución de la clase proletaria, no en la consolidación de su posición histórica. Véase Lukács, 1985: 126s.

6/ Para una elaboración sobre el poder popular en las luchas recientes en Argentina, véase Mazzeo (2007).

7/. Me veo obligado a hacer una advertencia acá, para no deformar la experiencia de la que parto ni arrogarme atribuciones que no me corresponden. No puede decirse que los movimientos de desocupados hayan realizado en todos los casos, o siquiera de modo dominante, una crítica consciente y articulada del trabajo que confluya necesariamente con la del grupo Krisis o Postone. Por el contrario, muchas veces mantienen un reclamo “por trabajo” y una identidad afirmativa como trabajadores. De ahí que mi propuesta (el trabajo sin patrón no es propiamente trabajo) no pueda tomarse como una representación de acuerdos colectivos, sino como una elaboración individual, que busca introducir categorías teóricas desde la práctica militante, pero no tiene pretensiones usurpatorias de representar a los movimientos, que de todos modos no necesitan representantes intelectuales o mandatan sus propias representaciones cuando lo juzgan necesario.

Bibliografía

Haug, Frigga, Frauen-Politiken. Berlín: das Argument, 1996.

– “Hacia una teoría de las relaciones de género”. En: Borón, A. et al. (comps.), La teoría marxista hoy. Problemas y perspectivas. Buenos Aires: CLACSO, 2006.

Kurz, Robert / Trenkle, Norbert, “Die Aufhebung der Arbeit. Ein anderer Blick in das Jenseits des Kapitalismus”. En: Kurz, R. / Lohoff, E. / Trenkle, N. (eds.), Feierabend! Elf Attacken gegen die Arbeit. Hamburgo: Konkret, 1999.

Lukács, Georg, Historia y conciencia de clase. Trad. de Manuel Sacristán. Madrid: Grijalbo, 1985.

Martín, Facundo Nahuel, Marx de vuelta. Hacia una teoría crítica de la modernidad. Buenos Aires: El Colectivo, 2014.

Marx, Karl, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858, Tomo 1. México: Siglo XXI, 1971.

Mazzeo, Miguel, El sueño de una cosa. Introducción al poder popular. Buenos Aires: El Colectivo, 2007.

Pacheco, Mariano, De Cutral-Có a Puente Pueyrredón. Una genealogía de los Movimientos de Trabajadores Desocupados. Buenos Aires: El Colectivo-Asociación Gremial del Subte, 2010.

Postone, Moishe, Tiempo, trabajo y dominación social. Madrid: Marcial Pons, 2003.

Scholz, Roswitha , “Wert und Geschlechterverhältnis”, 1999. Disponible en: http://www.exit-online.org/textanz1.php?tabelle=autoren&index=21&posnr=37&backtext1=text1.php (último acceso: 1/7/2015).

–, “El patriarcado productor de mercancías. Tesis sobre capitalismo y relaciones de género”. En: Constelaciones. Revista de Teoría Crítica 3 (2014). Disponible en: http://www.constelaciones-rtc.net/05/05_04.pdf (último acceso: 1/7/2015).

Trenkle, Norbert, “Aufstieg und Falls des Arbeitsmanns”, 2008. Disponible en: http://www.krisis.org/2008/aufstieg-und-fall-des-arbeitsmanns (último acceso: 1/7/2015).

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Futuro conflicto entre China y Estados Unidos de Norteamérica

Seis mapas para comprender el conflicto que se avecinaVicent Partal


[En el mar del Sur de China está desarrollándose lo que podría convertirse en uno de los mayores conflictos internacionales en el próximo futuro. Dos grandes potencias –EE UU y China– pugnan por el control de un corredor marítimo por el que pasa buena parte del comercio internacional. VIENTO SUR ha publicado varios artículos informando de la situación y analizando sus causas (ver enlaces al pie de la Nota/1). Este artículo del periódico digital Vilaweb incluye varios mapas que ilustran la situación y sus implicaciones.]


Ayer [17/02] se confirmó que la República Popular China ha instalado baterías de misiles en las islas Paracelso, concretamente en la isla de Woody. Si miramos el mapa en Google, parece extraño que esto sea noticia. Aparentemente, las Paracelso son unos islotes solitarios en medio del mar del Sur de China, relativamente cercanos al continente y sin apenas movimiento alrededor. Pero es una impresión falsa.


Este otro mapa refleja mejor la situación real. El mar del Sur de China (que cada país denomina de una manera diferente) es una zona del mundo en que actualmente se produce el mayor enfrentamiento entre países para ampliar sus fronteras o, mejor dicho, sus aguas territoriales. China reivindica la línea que en la década de 1940 delimitó el antiguo gobierno nacionalista chino y que contestan todos los países vecinos. Dentro de esta línea se encuentran las islas Paracelso, y sobre todo las Spratly, en su mayoría peñones que están hoy por hoy en manos de diversos países, con choques militares incluidos.

La importancia de esta reivindicación radica en que si fuera aceptada internacionalmente, convertiría el mar del Sur de China en aguas territoriales chinas, y no internacionales como son actualmente. Y esto permitiría a China controlar la navegación marítima en la zona. Esto implicaría, ni más ni menos, tener el control sobre la mitad del total de toneladas que se mueven en el mundo. La línea roja y blanca indica la zona que China quiere que se reconozca como perteneciente a su territorio. En su interior, además, hay importantes yacimientos de petróleo. Se ve claramente que las grandes líneas de transporte marítimo que después confluyen en Singapur pasan por esta zona.


Evidentemente, los demás Estados de la zona se oponen radicalmente a esta reivindicación, que hasta ayer se planteaba por cauces estrictamente diplomáticos. De ahí la alarma que causa en la región el despliegue actual de misiles. En este mapa se ven todos los espacios marítimos que reivindica cada país.


El mapa siguiente muestra el número total de conflictos que hay entre los diversos países, cosa que demuestra la gran complejidad de la zona. China, en concreto, mantiene abiertos 61 conflictos con los Estados vecinos. Es importante señalar que mantiene unos cuantos con EE UU por unos islotes que tiene en la zona, pues este hecho puede determinar la gravedad del conflicto. EE UU se ha arrogado el papel de defender la libre circulación de barcos por la zona y acaba de enviar una flota con la orden de entrar en las aguas territoriales que China dice que le pertenecen.


En lo que respecta a la navegación, en este mapa se ve perfectamente cómo las islas Spratly cierran uno de los grandes ejes de navegación del mundo, la llamada ruta este-oeste. La mitad del tránsito comercial mundial pasa por este corredor, como también la mayor parte del petróleo que consumen los países asiáticos. Si China convirtiera este mar en aguas territoriales suyas, en vez de aguas internacionales como son ahora, su poder sobre el comercio de todo el mundo se tornaría inmenso.


Finalmente, hay que poner de relieve la enorme dificultad que encierran las islas Spratly. Las islas Paracelso, en el norte, se las disputan unos cuantos países, sobre todo Vietnam, China y Taiwán, pero la presencia militar china allí es indiscutible. Sin embargo, no pasa lo mismo en las Spratly, donde numerosos países –Vietnam, China, Taiwán, Filipinas, Malasia y Brunei– controlan islas, islotes y peñones y hacen que la situación sea todavía mucho más complicada y volátil en términos militares.


18/02/2016


Traducción: VIENTO SUR

Nota:




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#DebatesParaAvanzar: Hacia una Teoría Asamblearia Estatal (o Comunal)

Continuando con nuestra etiqueta #DebatesParaAvanzar le traemos la entrevista a David Harvey la cual nos parece interesante su relación con el concepto de estado Comunal llevado desde nuestra Patria Grande y lo que él plantea como Confederaciones democráticas.

“La izquierda tiene que repensar su aparato teórico y táctico” 


David Harvey, uno de los pensadores marxistas más prominentes de nuestro tiempo, se sentó con el activista colectivo AK Malabocas a discutir las transformaciones en el modo de acumulación capitalista, la centralidad del terreno urbano en las luchas de clase contemporáneas, y las implicancias de todo esto para la organización anti-capitalista.


AK Malabocas:En los últimos 40 años, el modo de acumulación capitalista ha cambiado globalmente. ¿Qué significan estos cambios para la lucha contra el capitalismo?

DH: Desde una perspectiva macro, cualquier modo de producción tiende a generar un tipo distintivo de oposición, la cual es un espejo curioso de sí mismo. Si miras atrás, en los ’60 o ’70, cuando el capital estaba organizado en grandes formas corporativas, jerárquicas, tenías estructuras de oposición que eran corporativas, tipos sindicalistas de aparatos políticos. En otras palabras, un sistema fordista generaba una oposición de tipo fordista.

Con el quiebre de esta forma de organización industrial, particularmente en los países capitalistas avanzados, se terminaba con una configuración del capital mucho más descentralizada: más fluida sobre el espacio y el tiempo que lo pensado previamente. Al mismo tiempo veíamos el surgimiento de una oposición que está ligada a las redes, a la descentralización y a la que no le gusta la jerarquía y las formas previas de oposición de tipo fordista.

Así, que de una manera curiosa, las y los militantes de izquierda se reorganizan a sí mismos en el mismo modo en el que la acumulación del capital se reorganiza. Si entendemos que la izquierda es una imagen en espejo de lo que estamos criticando, entonces tal vez lo que debamos hacer es romper el espejo y salir de esta relación simbiótica con aquello que estamos criticando.

MK: ¿En la era fordista, la fábrica era el principal sitio de resistencia. Dónde podemos encontrarla ahora que el capital se ha movido lejos del piso fabril hacia el terreno urbano?

DH: Antes que nada, la forma fabril no ha desaparecido. Todavía encuentras fábricas en Bangladesh o en China. Lo que es interesante es cómo el modo de producción en las ciudades centrales cambió. Por ejemplo, el sector logístico se ha expandido: UPS, DHL y todos sus trabajadores y trabajadoras están produciendo valores enormes hoy en día.

En las últimas décadas, un gran cambio tuvo lugar en el sector servicios también: los más grandes empleadores de mano de obra en la década de 1970 en los Estados Unidos eran General Motors, Ford y US Steel. Los más grandes empleadores de mano de obra hoy son Mc Donalds, Kentucky Fried Chicken y Walmart. Antes, la fábrica era el centro de la clase obrera, pero hoy encontramos a la clase obrera más que nada en el sector servicios. ¿Por qué diríamos que producir autos es más importante que producir hamburguesas?

Desafortunadamente la izquierda no se siente cómoda con la idea de organizar a los trabajadores y trabajadoras de la comida rápida. Su imagen de la tradicional clase obrera no encaja con la producción de valor de los trabajadores y trabajadoras de servicios, los de distribución, de restaurants, de los supermercados.

El proletariado no desapareció, pero hay un nuevo proletariado que tiene características diferentes del que tradicionalmente la izquierda solía identificar como la vanguardia de la clase trabajadora. En este sentido, las y los trabajadores de Mc Donalds se convirtieron en las y los trabajadores metalúrgicos del siglo XX.

MK: ¿Si esto es lo que es el nuevo proletariado, cuáles son los lugares desde organizar la resistencia hoy?

DH: Es muy difícil de organizar en los lugares de trabajo. Por ejemplo, las y los trabajadorss de la distribución se mueven de un lado a otro. Así que esta población tal vez podría organizarse mejor fuera del lugar de trabajo, quiero decir, en sus estructuras barriales.

Hay una frase interesante en el trabajo de Gramsci de 1919 que dice que organizarse en el lugar de trabajo y tener concejos fabriles está muy bien, pero que deberíamos tener también concejos en los barrios también. Y los concejos de los barrios, dijo, tienen un mejor entendimiento de lo que son las condiciones de toda la clase trabajadora, comparado con el entendimiento sectorial de la organización en el lugar de trabajo.

Las organizadoras y organizadores fabriles solían saber muy bien lo que un trabajador metalúrgico era, pero no entendían lo que el proletariado era como un todo. La organización barrial habría incluido, por ejemplo, a los trabajadores y trabajadoras de la limpieza urbana, de la distribución y las trabajadoras doméstica. Gramsci nunca tomó esto y dijo: “Vamos! el Partido Comunista debería organizar asambleas barriales”

No obstante, hay algunas excepciones en el contexto europeo donde los partidos comunistas organizaron, de hecho, concejos barriales, porque no podían organizarlos en las fábricas, por ejemplo en España. En la década de 1960 esta era una forma de organización muy poderosa. Por ello, como he discutido por un largo tiempo, deberíamos ver la organización barrial como una forma de organización de la clase. Gramsci sólo lo mencionó una vez en sus escritos y nunca lo desarrolló más en profundidad.

En Gran Bretaña en los ’80, hacía formas de organización laboral en plataformas a lo largo de la ciudad, sobre la base de concejos de oficios, que estaban haciendo lo que Gramsci sugirió. Pero dentro del movimiento sindical, estos concejos siempre fueron mirados como formas inferiores de organización laboral. Nunca se los trató como un componente fundacional de cómo el movimiento sindical debería operar.

De hecho, ocurrió que los concejos de oficios fueron a menudo mucho más radicales que los gremios tradicionales y eso era porque estaban basados en las condiciones de toda la clase trabajadora, no sólo de los sectores más privilegiados de la clase. Así, al punto de que estos tenían una definición mucho más amplia de la clase, los concejos tendieron a darse políticas mucho más radicales. Pero esto nunca fue valorado por el movimiento sindical en general, siempre fue mirado como un espacio en el que lxs radicales podían actuar.

Las ventajas de esta forma de organización son obvias: supera la brecha entre organizarse de manera sectorial, incluye todas las formas de trabajo “desterritorializado” y es muy adaptable a nuevas formas de organizaciones comunitarias y de base asamblearia, como Murray Boockchin planteó, por ejemplo.

MK: En las recientes oleadas de protesta -en España y Grecia, por ejemplo, o el movimiento Occupy- puedes encontrar esta idea de “localizar la resistencia”. Pareciera que estos movimientos tienden a organizarse alrededor de cuestiones de la vida cotidiana, más que en torno a grandes cuestiones ideológicas en las que la izquierda tradicional solía enfocarse.

DH: Por qué dirías que organizarse alrededor de la vida cotidiana no es una de las grandes cuestiones. Yo creo que es una de las grandes cuestiones. Más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, y la vida cotidiana urbana es a lo que la gente está expuesta y en lo que encuentra dificultades. Estas dificultades residen tanto en la esfera de realización del valor como en la esfera de la producción del valor.

Este es uno de mis más importantes argumentos teóricos: todo el mundo lee el Volumen I del Capital y nadie lee el Volumen II. El Vol I es acerca de la producción del valor, el II es sobre la realización del valor. Al enfocarse en el Vol II, puedes ver claramente que las condiciones de realización son tan importantes como las de producción.

Marx a menudo hablaba de la necesidad de ver al capital como la unidad contradictoria entre la producción y la realización. Donde el valor es producido y donde es realizado son dos cosas diferentes. Por ejemplo, mucho valor es producido en China y, de hecho, es realizado por Apple o por Walmart en los Estados Unidos. Y, por supuesto, la realización del valor trata de la realización del valor por medio de costoso consumo de la clase obrera.

El capital puede conceder salarios más altos en el punto de la producción, pero luego los recupera en el punto de la realización por el hecho de que los trabajadores y trabajadoras tienen que pagar alquileres y gastos de vivienda más elevados, costos de teléfono, tarjetas de crédito y así sucesivamente. Así que las luchas de clase en torno a la realización, alrededor de viviendas más baratas por ejemplo, son tan significativas para la clase trabajadora como las luchas acerca de salarios y condiciones de trabajo. Cuál es el punto de tener un salario más alto si te es inmediatamente extraído en términos de gastos más elevados para tener un techo?

En su relación con la clase trabajadora, los capitalistas han aprendido hace mucho que pueden hacer un montón de dinero recuperando lo que antes habían entregado. Y, al punto que -particularmente en los 60 y 70- lxs trabajadorxs se empoderaron de manera creciente en la esfera del consumo, así que el capital comienza a concentrar mucho más en extraer valor a través del consumo.

Así que las luchas en la esfera de la realización, que no eran tan fuertes en los tiempos de Marx, y el hecho de que nadie lea el maldito libro (Vol II), es un problema para la izquierda convencional. Cuando vos me decís: “¿cuál es el problema macro aquí?”- bueno, ¡esto es un problema macro! La concepción del capital y la relación entre producción y realización. Si no ves la unidad contradictoria entre ambos entonces no vas a tener la imagen completa. Tiene lucha de clases escrita todo alrededor y no puedo entender por qué un montón de marxistas no logran ver cuán importante es esto.

El problema es cómo entendemos a Marx en el 2015. En los tiempos de Marx, la extensión de la urbanización era relativamente conveniente y el consumo de la clase trabajadora era casi inexistente, así que de lo único que Marx tenía que hablar era acerca de la clase trabajadora arreglándoselas para sobrevivir con un salario magro y cómo eran bastante sofisticados para hacerlo. El capital los dejaba hacer con sus propios dispositivos lo que les gustaba.

Pero hoy en día, vivimos en un mundo en el que el consumo es responsable de casi el 30 % de la dinámica de la economía global; en EE UU llega al 70 %. Así que ¿por qué estamos aquí sentados y diciendo que el consumo es casi irrelevante, pegándonos al Volúmen I y hablando acerca de la producción en lugar del consumo?

Lo que hace la urbanización es forzarnos a cierto tipo de consumo, por ejemplo: tienes que tener un auto. Y tu estilo de vida está dictado en muchos sentidos por la forma que toma la urbanización. Y de nuevo, en los tiempos de Marx esto no era significativo, pero en nuestros días es crucial. Tenemos que amigarnos con formas de organización que de hecho reconozcan este cambio en la dinámica de la lucha de clases.

Los grupos que marcaron los recientes movimientos con su estilo, viniendo de tradiciones anarquistas y autonomistas, están mucho más metidos en la política de la vida cotidiana, mucho más que las y los marxistas tradicionales.

Les tengo mucha simpatía a las y los anarquistas, tienen una mucha mejor línea en este tema, precisamente al lidiar con la política del consumo y su crítica acerca de lo que el consumo es. Parte de su objetivo es cambiar y reorganizar la vida cotidiana alrededor de nuevos y diferentes principios. Así que creo que esto es un punto crucial hacia el cual mucha de la acción política debería ser dirigida en estos días. Pero desacuerdo con vos cuando decís que esta no es una “gran cuestión”.

MK: Así que, mirando ejemplos de Europa del Sur -redes de solidaridad en Grecia, auto-organización en España o Turquía- parece ser muy crucial para construir movimientos sociales alrededor de la vida cotidiana y las necesidades básicas en estos días. ¿Ves esto como un acercamiento promisorio?

DH: Creo que es muy promisorio, pero hay una clara limitación ahí, lo que es un problema para mí. La propia limitación es la reticencia para tomar el poder en algún punto. Bookchin, en su último libro, dice que el problema con las y los anarquistas es su negación del significado del poder y su inhabilidad para tomarlo. Bookchin no va tan lejos, pero yo creo que es su rechazo a ver al Estado como un posible aliado hacia la transformación radical.

Hay una tendencia a considerar al Estado como enemigo, el enemigo al 100 %. Y hay muchos ejemplos de estados represivos fuera del control público en el que este es el caso. No hay duda: el estado capitalista debe ser combatido, pero sin dominar el poder del estado y sin tomarlo, pronto vuelves a la historia de lo que pasó por ejemplo en 1936 y 1937 en Barcelona y luego en toda España. Al rechazar tomar el Estado en un momento en el que tenían el poder para hacerlo, los revolucionarios y revolucionarias de España permitieron que el estado volviera a caer en las manos de la burguesía y del ala estalinista del movimiento comunista. Y el estado se reorganizó y aplastó la resistencia.

MK: Eso puede ser cierto para el estado español en la década de 1930, pero si miramos al estado neoliberal contemporáneo y el retroceso del estado de bienestar, ¿que queda de estado para conquistar, para aprovechar?

DH: Para empezar, la izquierda no es muy buena para responder la pregunta de cómo construimos infraestructura masiva. ¿Como construirá la izquierda el puente de Brooklyn, por ejemplo? Toda sociedad reposa sobre grandes infraestructuras, infraestructuras para toda una ciudad, como el suministro de agua, electricidad, etc. Yo creo que hay una gran reticencia dentro de la izquierda para reconocer que necesitamos diferentes formas de organización.

Hay áreas del aparato de estado, aún del aparato de estado neoliberal, que son terriblemente importantes; el centro de control de enfermedades, por ejemplo. ¿Cómo respondemos a epidemias globales como el Ébola o similares? No puedes hacerlo al modo anarquista del “hazlo tu mismo o tú misma”. Hay muchas instancias en las que necesitas alguna forma de infraestructura de tipo estatal. No podemos confrontar el problema del calentamiento global a través de formas descentralizadas de confrontación y actividades solamente.

Un ejemplo que es frecuentemente mencionado, a pesar de sus muchos inconvenientes, es el Protocolo de Montreal para enfrentar el uso de clorofuorocarbono en heladeras para limitar la afectación de la capa de ozono. Fue reforzada de manera exitosa en los ’90 pero necesitó de un tipo de organización que es muy diferente a aquella que proviene de una política basada en asambleas.

MK: Desde una perspectiva anarquista, yo diría que es posible reemplazar aún instituciones supranacionales como la OMS con organizaciones confederales que serían construidas de abajo hacia arriba y que eventualmente arribarían a una toma de decisiones global.

DH: Quizás a un cierto grado, pero tenemos que ser conscientes de que siempre habrá algún tipo de jerarquías y de que siempre enfrentaremos problemas como la responsabilidad o el recurso correcto. Siempre habrá relaciones complicadas entre, por ejemplo, gente lidiando con el problema del calentamiento global desde el punto de vista del mundo como un todo y desde el punto de vista de un grupo que está en el territorio, digamos, en Hanover o similar, y que se pregunta, por qué debería escuchar lo que ellxs están diciendo?

MK: Entonces, ¿crees que esto requeriría alguna forma de autoridad?

DH: No, va a haber estructuras de autoridad de cualquier modo, siempre las habrá. Nunca he estado en una reunión anarquista en la que no hubiera una estructura de autoridad secreta. Está siempre esa fantasía de todo siendo horizontal, pero me siento, miro y pienso, “oh dios, hay toda una estructura jerárquica acá pero está encubierta”

MK: Volviendo a las protestas recientes alrededor del Mediterráneo, muchos movimientos se han concentrado en luchas locales. ¿Cuál es el siguiente paso hacia la transformación social?

DH: En algún punto tenemos que crear organizaciones que sean capaces de ensamblar y reforzar el cambio social en una escala más amplia. Por ejemplo, será ¿Podemos en España capaz de hacer eso? En una situación caótica como la crisis económicas de los últimos años, es importante que la izquierda actúe. Si la izquierda no lo hace, entonces la derecha será la siguiente opción. Yo pienso -y odio decirlo- que la izquierda tiene que ser más pragmática en relación a las dinámicas que están ocurriendo ahora.

MK: ¿Más pragmática en qué sentido?

DH: Bueno, ¿por qué apoyé a SYRIZA aunque este no fuera un partido revolucionario? Porque abría un espacio en el que algo diferente podía pasar y eso era una movida progresiva para mí.

Es un poco como Marx diciendo: el primer paso hacia la libertad es la limitación de la duración de la jornada de trabajo. Demandas muy estrechas abren un espacio para resultados más revolucionarios, y aún cuando no hay ninguna posibilidad para ningún resultado revolucionario, tenemos que buscar soluciones de compromiso que sin embargo se apartan del sinsentido de la austeridad neoliberal y abren el espacio en el que nuevas formas de organización pueden tener lugar.

Por ejemplo, sería interesante si Podemos buscara organizar formas de confederalismo democrático, porque en cierto modo Podemos surgió de un montón de reuniones de tipo asambleario teniendo lugar a lo largo de España, así que tienen mucha experiencia con ese tipo de estructura.

La cuestión es cómo conectarán la forma asamblearia a formas más permanentes de organización, en relación a su creciente posición como un partido fuerte en el parlamento. Esto también vuelve a la pregunta de la consolidación del poder: tienes que encontrar maneras de hacerlo, porque si no la burguesía y el capitalismo corporativo van a encontrar modos de reafirmarse y tomar nuevamente el poder.

MK: ¿Qué piensas acerca del dilema de las redes de solidaridad llenando el vacío que dejó la retirada del estado de bienestar e indirectamente convirtiéndose en un aliado del neoliberalismo en ese sentido?

DH: Hay dos formas de organizarse. Una es el vasto crecimiento del sector ONG, pero mucho de eso está financiado de manera externa, no son organizaciones de base, y eso no se acerca a la cuestión de los grandes donantes que marcan la agenda, la cual no será una agenda radical. Aquí nos acercamos a la privatización del Estado de bienestar. Esto me parece que es muy diferente políticamente a las organizaciones de base en las que la gente dice “Ok, el estado no se ocupa de nada, así que vamos a tener que hacernos cargo de nosotros y nosotras mismas” Esto me parece que tiende a formas de organizaciones de base con un status político muy diferente.

MK: Pero ¿cómo evitar llenar esa brecha al ayudar, por ejemplo, a gente desempleada para que no sean exprimidos por el estado neoliberal?

DH: Bueno, tiene que haber una agenda anti-capitalista, para que cuando el grupo trabaje con gente todo el mundo sepa que no se trata sólo de ayudarla a arreglárselas sino que hay todo un intento organizado de tratar de cambiar políticamente el sistema en su integralidad. Esto quiere decir tener un proyecto político muy claro, lo cual es problemático con tipos de movimientos no centralizados, no homogéneos, donde alguna gente trabaja de un modo, otra trabajan de manera diferente y no hay ningún proyecto colectivo en común.

Y esto se conecta con la primera pregunta que hiciste: no hay coordinación acerca de lo que son los objetivos políticos. Y el peligro es que sólo estes ayudando a la gente a arreglárselas y que no haya política saliendo de ahí. Por ejemplo, Occupy Sandy ayudó a la gente a volver a sus casa e hizo un maravilloso trabajo, pero en última instancia, hicieron lo que la Cruz Roja y los servicios de emergencia federales deberían haber hecho.

MK: El fin de la historia parece haber pasado de largo. Mirando las condiciones actuales y los ejemplos concretos de lucha anti capitalista, ¿piensas que “ganar” es todavía una opción?

DH: Definitivamente; y más aún, tienes fábricas ocupadas en Grecia, economías solidarias a través de cadenas productivas siendo forjadas, instituciones de democracia radical en España y muchas cosas hermosas ocurriendo en muchos otros lugares. Hay un crecimiento saludable del reconocimiento de que necesitamos ser mucho más amplios y amplias en lo que concierne a la política en todas esas iniciativas.

La izquierda marxista tiende a desdeñar un poco estas cosas y creo que está equivocada. Pero al mismo tiempo no creo que ninguna de estas cuestiones sea lo suficientemente grande en sí misma como para lidiar con las estructuras fundamentales de poder que necesitan ser desafiadas. Aquí hablamos de nada menos que del Estado. Así que la izquierda debe repensar su aparato teórico y táctico.

Marzo 2015


Traducción: de Gabriela Mitidieri para Democracia Socialista, editado por VIENTO SUR

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